martes, 2 de marzo de 2010

El Cedro Vanidoso

Erase una vez un cedro satisfecho de su hermosura.
Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás arboles. Tan bellamente dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
Si con lo hermoso que soy diera ademas fruto, se dijo, ningún árbol del mundo podría compararse conmigo.
Y decidió observar a los otros arboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida copa, apunto un bellísimo fruto.
Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.
Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduró, la copa, que era el orgullo y la gloria del árbol, empezó a tambalearse hasta que se tronchó pesadamente.
¡A cuantos amiguitos, como el cedro, su demasiada ambición les arruina!

Fin

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